La escultura, hasta la llegada del siglo XX, estuvo relegada a un segundo término frente a la pintura. Los grandes escultores de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, en general, eran pintores que trabajaban la escultura como una faceta complementaria a la práctica pictórica. Si bien con las vanguardias de principios de siglo se mantiene en un segundo plano, debido a las dificultades técnicas implícitas, como el encarecimiento de los materiales, la escultura evolucionó paulatinamente con las experimentaciones de artistas como por ejemplo Picasso (con el assemblage) o Tatlin y el constructivismo (con sus conocidos ‘contrarrelieves’), los cuales influyeron posteriormente en su desarrollo.

A partir de la segunda mitad del siglo XX, esta disciplina adoptó un papel más destacado con las nuevas corrientes emergentes: la vertiente formal del constructivismo de N. Gabo y N. Pevsner, que influiría en los Estados Unidos posteriormente en el nacimiento del minimalismo en los años sesenta (esta última consiguió plantear aspectos importantes en torno a la escultura que todavía hoy se mantienen vigentes: la relación con el espectador, sus vínculos con la arquitectura...). La desmaterialización del arte llegó con el arte conceptual, que aportó otro aspecto a tener en cuenta: el significado y la funcionalidad de la escultura supeditados a la ubicación de la obra en lugar de la forma, condición que comparte con el land art, surgido en los años setenta y que reivindica la utilización de los materiales procedentes de la naturaleza, en concreto del lugar escogido, hasta llegar a asumir el carácter efímero de las creaciones.

En los inicios de la década de los ochenta, con la participación de los “nuevos salvajes” o nuevos expresionistas alemanes y la transvanguardia italiana y su reivindicación por la recuperación de la pintura, junto con el desarrollo de las instalaciones, la escultura vuelve a adoptar una posición secundaria, aunque cada vez obtiene una mayor presencia a partir de las aportaciones individuales de destacadas figuras como Jorge Oteiza y Eduardo Chillida, por ejemplo, en el caso español.

La exposición, centrada en el último cuarto del siglo XX y la primera década del 2000, ilustra la heterogeneidad de respuestas que el arte ha desarrollado alrededor de la escultura no tan solo en España sino también en el ámbito internacional. Reminiscencias del minimalismo, el arte conceptual, el land art, presentes en las creaciones de Josep Maria Alcover, Andreu Alfaro, Pep Llambías, Glòria Mas, Fernando Megías, David Nash, Jürgen Partenheimer y Jaume Plensa, así como el desarrollo de la figuración con referencias simbólicas o narrativas, representadas por José Bechara, Daniel Chust-Peters, Kcho, Bernardí Roig, Baltazar Torres y Joana Vasconcelos, son las dos vertientes propuestas en esta selección de esculturas de la colección de Es Baluard.
 
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A partir de la segunda mitad del siglo XX, esta disciplina adoptó un papel más destacado con las nuevas corrientes emergentes: la vertiente formal del constructivismo de N. Gabo y N. Pevsner, que influiría en los Estados Unidos posteriormente en el nacimiento del minimalismo en los años sesenta (esta última consiguió plantear aspectos importantes en torno a la escultura que todavía hoy se mantienen vigentes: la relación con el espectador, sus vínculos con la arquitectura...). La desmaterialización del arte llegó con el arte conceptual, que aportó otro aspecto a tener en cuenta: el significado y la funcionalidad de la escultura supeditados a la ubicación de la obra en lugar de la forma, condición que comparte con el land art, surgido en los años setenta y que reivindica la utilización de los materiales procedentes de la naturaleza, en concreto del lugar escogido, hasta llegar a asumir el carácter efímero de las creaciones.

En los inicios de la década de los ochenta, con la participación de los “nuevos salvajes” o nuevos expresionistas alemanes y la transvanguardia italiana y su reivindicación por la recuperación de la pintura, junto con el desarrollo de las instalaciones, la escultura vuelve a adoptar una posición secundaria, aunque cada vez obtiene una mayor presencia a partir de las aportaciones individuales de destacadas figuras como Jorge Oteiza y Eduardo Chillida, por ejemplo, en el caso español.

La exposición, centrada en el último cuarto del siglo XX y la primera década del 2000, ilustra la heterogeneidad de respuestas que el arte ha desarrollado alrededor de la escultura no tan solo en España sino también en el ámbito internacional. Reminiscencias del minimalismo, el arte conceptual, el land art, presentes en las creaciones de Josep Maria Alcover, Andreu Alfaro, Pep Llambías, Glòria Mas, Fernando Megías, David Nash, Jürgen Partenheimer y Jaume Plensa, así como el desarrollo de la figuración con referencias simbólicas o narrativas, representadas por José Bechara, Daniel Chust-Peters, Kcho, Bernardí Roig, Baltazar Torres y Joana Vasconcelos, son las dos vertientes propuestas en esta selección de esculturas de la colección de Es Baluard.
 
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Es Baluard Museu

La percepcion del espacio

La percepció de l´espai
Artistas:
Andreu Alfaro, Baltazar Torres, Bernardí Roig, Daniel Chust-Peters, David Nash, Fernando Megías, Glòria Mas, Jaume Plensa, Joana Vasconcelos., Josep Maria Alcover, José Bechara, Jürgen Partenheimer…
Comisariado:
Soad Houman, Catalina Joy

“La percepción del espacio” es el título de una nueva exposición temporal que el museo Es Baluard dedica a la escultura, presentando por primera vez una selección de obras del fondo de la colección permanente en torno a esta disciplina.

La escultura, hasta la llegada del siglo XX, estuvo relegada a un segundo término frente a la pintura. Los grandes escultores de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, en general, eran pintores que trabajaban la escultura como una faceta complementaria a la práctica pictórica. Si bien con las vanguardias de principios de siglo se mantiene en un segundo plano, debido a las dificultades técnicas implícitas, como el encarecimiento de los materiales, la escultura evolucionó paulatinamente con las experimentaciones de artistas como por ejemplo Picasso (con el assemblage) o Tatlin y el constructivismo (con sus conocidos ‘contrarrelieves’), los cuales influyeron posteriormente en su desarrollo.

A partir de la segunda mitad del siglo XX, esta disciplina adoptó un papel más destacado con las nuevas corrientes emergentes: la vertiente formal del constructivismo de N. Gabo y N. Pevsner, que influiría en los Estados Unidos posteriormente en el nacimiento del minimalismo en los años sesenta (esta última consiguió plantear aspectos importantes en torno a la escultura que todavía hoy se mantienen vigentes: la relación con el espectador, sus vínculos con la arquitectura…). La desmaterialización del arte llegó con el arte conceptual, que aportó otro aspecto a tener en cuenta: el significado y la funcionalidad de la escultura supeditados a la ubicación de la obra en lugar de la forma, condición que comparte con el land art, surgido en los años setenta y que reivindica la utilización de los materiales procedentes de la naturaleza, en concreto del lugar escogido, hasta llegar a asumir el carácter efímero de las creaciones.

En los inicios de la década de los ochenta, con la participación de los “nuevos salvajes” o nuevos expresionistas alemanes y la transvanguardia italiana y su reivindicación por la recuperación de la pintura, junto con el desarrollo de las instalaciones, la escultura vuelve a adoptar una posición secundaria, aunque cada vez obtiene una mayor presencia a partir de las aportaciones individuales de destacadas figuras como Jorge Oteiza y Eduardo Chillida, por ejemplo, en el caso español.

La exposición, centrada en el último cuarto del siglo XX y la primera década del 2000, ilustra la heterogeneidad de respuestas que el arte ha desarrollado alrededor de la escultura no tan solo en España sino también en el ámbito internacional. Reminiscencias del minimalismo, el arte conceptual, el land art, presentes en las creaciones de Josep Maria Alcover, Andreu Alfaro, Pep Llambías, Glòria Mas, Fernando Megías, David Nash, Jürgen Partenheimer y Jaume Plensa, así como el desarrollo de la figuración con referencias simbólicas o narrativas, representadas por José Bechara, Daniel Chust-Peters, Kcho, Bernardí Roig, Baltazar Torres y Joana Vasconcelos, son las dos vertientes propuestas en esta selección de esculturas de la colección de Es Baluard.

La percepció de l´espai
The perception of space
La percepción del espacio
Andreu Alfaro, Desplazamiento, 1985. Es Baluard Museu d´Art Modern i Contemporani de Palma, depósito Colección Ajuntament de Palma. ©fotografía Joan-Ramon Bonet / David Bonet
Daniel Chust-Peters, Solar 1, 2001. Es Baluard Museu d´Art Modern i Contemporani de Palma. © fotografía Joan-Ramon Bonet / David Bonet
David Nash, Crack and warp wall panels, 2008. Es Baluard Museu d´Art Modern i Contemporani de Palma. © fotografía Archivo Es Baluard Museu d’Art Modern i Contemporani de Palma
Jaume Plensa, What plants can grow along the shores, 1999. Es Baluard Museu d´Art Modern i Contemporani de Palma. © fotografía Joan-Ramon Bonet / David Bonet
Joana Vasconcelos, Conchita, 2008. Es Baluard Museu d’Art Modern i Contemporani de Palma. © fotografía Joan-Ramon Bonet / David Bonet
Kcho, Al borde del abismo, 2004. Es Baluard Museu d’Art Modern i Contemporani de Palma. © fotografía David Bonet
Drag
Obras incluidas (14)
Josep Maria Alcover
Sin título
1991
Andreu Alfaro
Desplazamiento
1985
José Bechara
A outra
2007
Daniel Chust Peters
Solar 1
2001
Kcho (Alexis Leyva Machado)
Al borde del abismo
2004
Pep Llambías
Tallat de lluna
2007
Glòria Mas
Si vols llegeix el que vulguis
1993
Fernando Megías
Espacio para contemplar el silencio
2007
David Nash
Crack and warp wall panels
2008
Jürgen Partenheimer
Weiser
1999
Jaume Plensa
What plants can grow along the shores?
1999
Bernardí Roig
La dama
1998
Baltazar Torres
Island of a perfect world III
2007-2008
Joana Vasconcelos
Conchita
2008
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