
- Artista:
- Jorge Oteiza
- Fecha:
- 1957-2003
- Técnica:
- Acero corten
- Dimensiones:
- 490 x 412 x 387 cm
- Procedencia:
- Es Baluard Museu d'Art Contemporani de Palma
- Número de registro:
- 1
Esta obra exterior de gran tamaño se asocia a un momento de madurez en la trayectoria del artista, la segunda mitad de la década de los cincuenta. Fue la última etapa como escultor de Jorge Oteiza, cuando se centró en la apertura espacial y otorgó protagonismo al espacio. De ahí surgió la idea de la desocupación del cubo y la esfera, idea recogida en el texto-manifiesto Propósito Experimental 1956-1957, clave teórica en la evolución del concepto escultórico del artista y cuyo desarrollo iba en paralelo a su investigación formal. Este texto, que aboga por una apertura de la masa, manifiesta la importancia del vacío y su apropiación con el uso de elementos y formas ligeras que potencien lo energético y espacial. Evidentemente, esto se consigue a partir de la introducción de nuevos materiales más manejables y más ligeros, especialmente el hierro, que le permiten llegar al vacío.
Este concepto de la escultura lo vemos en la obra de la Colección Es Baluard: una gran esfera, figura geométrica perfecta por antonomasia, que aquí representa la luna y sus proyecciones; no hay figura más simbólica que pueda representarla. Una luna dibujada por tres círculos de acero cortén que se entrelazan formando la esfera, que proyecta varios rayos, son la luz, y en su interior acoge tres medias circunferencias en una simbología de repetición numérica.
Oteiza trabajó muchas obras en grupos o series a pequeña escala. Solamente los que él consideraba más representativos los desarrollaba en el material definitivo o a mayor escala. Es el caso de Hillargia. La luna como luz movediza, cuyo modelo o maqueta, realizada en 1957 y perteneciente a la serie «De la desocupación de la esfera», fue fundida a mayor tamaño en 2003. El modelo fue un obsequio del artista en un decidido apoyo al proyecto de creación del museo Es Baluard.
C.J.
Jorge Oteiza fue el renovador de la escultura en el Estado español e internacionalmente uno de los escultores más destacados del siglo XX. En sus inicios, sus obras eran bloques compactos que evolucionaron, después de una estancia en Latinoamérica y, sobre todo, por la influencia de Moore, hacia una escultura más liviana, hasta conseguir el vacío. Su gran encargo le llegó en 1950, cuando obtuvo por concurso la realización de las esculturas para la Basílica de Aránzazu, si bien no quedaron instaladas hasta 1969. En 1959 declara su renuncia a continuar su trabajo en torno a la escultura para dirigir su interés hacia el pensamiento teórico, la política y, sobre todo, la identidad nacional del País Vasco. Obtuvo el premio internacional de escultura en la IV Bienal de Arte de São Paulo de 1957.
C. J.